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Los cementerios latinoamericanos : lugares llenos de vida, flores y colores

  • Foto del escritor: Blogoculaire
    Blogoculaire
  • 1 nov
  • 7 Min. de lectura

Introducción

Cuando viajo, me encanta visitar cementerios. Dicho así, puede parecer sorprendente, incluso morboso. Sin embargo, creo que es una forma excelente de sumergirse en un lugar, de comprender su cultura, sus tradiciones, de entender y conocer a sus habitantes, vivos o muertos. La forma en que tratamos a nuestros muertos dice mucho sobre cómo concebimos la vida.


Y mientras que en Francia y en Europa la muerte se mantiene a distancia y el cementerio es un lugar gris y lúgubre, envuelto en mármol, solemnidad y silencio, en América Latina la muerte se vive con colorido, se canta, se baila, se adorna con flores, amuletos, rituales y ofrendas. El apogeo de este fenómeno tiene lugar durante la festividad de Todos los Santos o el Día de los Muertos (celebrado especialmente en México), y tambien Dia de las Ñatitas (en Bolivia).


Desde el punto de vista arquitectónico, las cosas también suelen ser diferentes, ya que las nichas funerarias (sepulturas superpuestas en muros o galerías) están muy extendidas en América Latina, a diferencia de la horizontalidad de las tumbas individuales, predominantes en Europa.

Por falta de espacio y de medios económicos. Pero también es representativo, en mi opinión, del estado de ánimo latinoamericano, donde la solidaridad es omnipresente y prima lo colectivo y la proximidad.


Cada casilla es, por lo tanto, un pequeño escaparate de recuerdos, a imagen del difunto, y, por supuesto, con adaptaciones según el país y sus costumbres: detrás del cristal se coloca una foto, un peluche, una lata de cerveza, de refresco (Inca Kola en Perú) o una botella pequeña de alcohol (pisco en Perú, fernet en Argentina), un paquete de cigarrillos, un objeto con la efigie del equipo de fútbol al que se apoyaba (especialmente en Argentina, donde el fútbol es sagrado), un dibujo o una nota de un niño...


Son ejemplos perfectos de sincretismo religioso, donde las creencias de las civilizaciones precolombinas se mezclan con la religión católica impuesta por los españoles.



Por último: ¡los cementerios generan incluso en algunos casos empleos (informales) que uno no sospecharía! :)


Zoom aquí sobre 3 cementerios que me parecen particularmente impactantes y originales:.

 

1)  Cementerio General de La Paz (Bolivia) : despues del Street Art, el «Cementery Art»


En La Paz, al igual que en Sucre, el cementerio general es un auténtico laberinto de nichos superpuestos. Es un verdadero lugar de vida, donde grupos de personas se reúnen como si se tratara de un parque cualquiera: jóvenes entre ellos, familias con sus bebés, frente al nicho de sus seres queridos.


Pero lo que caracteriza al cementerio general de La Paz y lo hace tan único es, en primer lugar, su ubicación y la forma de acceder a él: principalmente por teleférico, que sobrevuela gran parte de la ciudad de La Paz y la conecta con El Alto (su hermana mayor situada 600 m más arriba), y permite disfrutar de una magnífica vista aérea del cementerio al llegar, así como de sus murales, algunos de los cuales están pintados en el techo de los pabellones que albergan las nichas.


Son precisamente sus numerosos y magníficos murales exteriores, coloridos al estilo del arte callejero pero en versión cementerio, los que lo hacen tan singular. Se realizan cada año desde 2016 en el marco del Festival ÑatiNta, un guiño al Día de las Ñatitas. A continuación se ofrecen más explicaciones.


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El Día de las Ñatitas, una fiesta poco católica

Es una fiesta tradicional aymara, característica de La Paz, que comienza el 1 y 2 de noviembre con el Día de los Muertos, que honra el regreso de los antepasados a la Tierra, y continúa más tarde, conmemorando a los espíritus olvidados que ocupan los cráneos de los difuntos (a menudo de un pariente, un ser querido) dotados de una identidad única (ñatitas significa literalmente «los de nariz respingona» y es un diminutivo cariñoso para estos cráneos mimados), cada 8 de noviembre, día oficial de las Ñatitas. Antes de la llegada de los españoles, las familias indígenas sacaban regularmente los restos de los difuntos para que los ajayus (espíritus) pudieran restablecer el vínculo con los cuerpos y las familias de los vivos. La Iglesia católica prohibió el ritual, pero este se perpetuó de manera oficiosa, y los indígenas se contentaban con sacar discretamente los cráneos.


Esta fiesta se celebra en los cementerios, alrededor de los cráneos de los difuntos: se desentierran del cementerio o se traen de casa (cuando se tienen en casa, lo cual no es tan raro), se hace un picnic con ellos sobre un mantel en el cementerio, se les hacen ofrendas (hojas de coca...), se les viste, se les adornan con gafas de sol y coronas de flores, se les hace fumar, se baila y se canta con ellos. Luego, el Día de las Ñatitas, se les lleva a la iglesia, se les coloca en el centro y se reza sobre ellos. A veces, las ñatitas incluso son bautizadas, cuando un sacerdote de mente abierta acepta encargarse de ello...


Al igual que las Alasitas (véase el artículo dedicado), las Ñatitas, según las creencias andinas, traen buena suerte, aconsejan a los vivos y permiten que se cumplan sus deseos. Su origen podría remontarse al Imperio de Tiwanaku, vecino de La Paz.


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El Festival ÑatiNta

Desde 2016 se celebra cada año el Festival ÑatiNta, organizado y autofinanciado por el colectivo independiente Perrosueltos , en colaboración con la administración del cementerio general de La Paz. El Festival tiene lugar a finales de octubre, para que las obras estén listas para el Día de Todos los Santos y el Día de las Ñatitas. Cada año, una treintena de artistas callejeros nacionales e internacionales (Argentina, Chile, Colombia...) seleccionados en torno a un tema específico acuden a pintar con grafitis las paredes de los pabellones que albergan las nichas donde descansan los difuntos.


El evento está financiado por España, a través del Centro Cultural de España en La Paz (CCELP) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), pero también por socios privados locales como el famoso bar Malegria (lugar de moda en La Paz, con conciertos de saya afroboliviana todos los jueves por la noche) o Typica Café (la cadena de cafeterías boliviana que tanto gusta a los franceses y que se encuentra en la mayoría de las grandes ciudades de Bolivia, a menudo en bonitos edificios coloniales).


 

Los cementerios bolivianos: fuentes de empleo insospechadas

En general, en los cementerios bolivianos (¡al menos en Sucre y La Paz!), descubrí un objeto omnipresente: la escalera de madera de colores.


Y, al mismo tiempo, una nueva profesión, los escaleros: son personas que, por unos pocos bolivianos, son contratadas por los familiares de los difuntos para que, con sus escaleras, accedan a los niveles superiores de las nichas de los difuntos para cambiar las flores, encender una vela, cambiar las ofrendas, limpiar los cristales... A veces alquilan su escalera para que el propio familiar se encargue de esta tarea (y así tenga el «vínculo» con el difunto)


 

JTambién presencié una escena conmovedora, y sorprendente para nosotros, en la que los familiares se reunían alrededor de un guitarrista, una especie de mariachi local, al que habían contratado para tocar y cantar en honor al difunto, frente a su nicho. Ese día se trataba de un canto religioso con la melodía de una canción cuyo título era muy apropiado: The Sound Of Silence... Esta práctica se fomenta incluso en algunos cementerios, donde los músicos desempeñan un papel casi ritual como mediadores entre los vivos y los muertos.


Menos original es el hecho de que hay numerosos puestos de floristería abiertos todo el año para que los visitantes compren flores frescas para sus seres queridos fallecidos. Sabiendo que la actividad está en pleno apogeo, especialmente para el Día del Padre y el Día de la Madre (a juzgar por la gran cantidad de pequeños carteles con la inscripción «Feliz día, papá/mamá» que se encuentran en las nichas de los difuntos, que sus familiares han depositado recientemente para la ocasión) y aún más en Todos los Santos y Ñatitas, supongo (aún no he tenido ocasión de comprobarlo).


 

Un pequeño detalle que también me hizo sonreír: en el cementerio general de Sucre, algunas «nichas» están protegidas por un parasol similar al de las tiendas de París, para proteger (¿a los difuntos? ¿O a los amuletos que les acompañan en la nicha? ¡Me lo pregunté!) del sol.

Menos divertido es el aspecto un poco parecido a un edificio de viviendas sociales que tiene el cementerio de Sucre, con varias plantas. Y su zona «Covid», que agrupa a los muertos relacionados con la pandemia...

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2)   Cementerio de Yungay (Perú): la muerte que salva la vida

En Perú, cerca de Huaraz, el cementerio del pueblo de Yungay es un lugar muy conmovedor para visitar...

Este antiguo cementerio, encaramado en una colina de la Cordillera Blanca peruana, es uno de los pocos lugares que permaneció intacto tras el enorme terremoto del 31 de mayo de 1970, que provocó un gigantesco alud de tierra de casi 1 km por 1,5 km que se abatió a más de 200 km/ hora sobre todo el pueblo y que mató instantáneamente a más de 20 000 personas.


Solo se salvaron unos pocos cientos de habitantes, que en el momento de la tragedia se encontraban en los dos puntos más altos del pueblo: el estadio y el cementerio, que hoy domina una vasta llanura vacía, donde yacen las ruinas de la antigua ciudad.


Reina una calma y un silencio ensordecedores, y su ubicación en las alturas permite disfrutar de una majestuosa vista panorámica de los hermosos paisajes y montañas circundantes.



 

3) Cementerio de Hoctun (México) :

Por último, el cementerio de Hoctún, situado en el estado de Yucatán, en México, entre Mérida e Izamal (una preciosa ciudad colonial amarilla), me impresionó por sus magníficas tumbas decoradas con frescos de vivos colores y pinturas ingenuas, que representan tanto escenas religiosas como elementos de la vida cotidiana. Otro bello ejemplo de sincretismo religioso, entre el catolicismo y las tradiciones mayas, en el que las cruces cristianas se asocian con símbolos indígenas.


Mención especial para la tumba «horno de pizza»... El kitsch no es lo que detiene a los latinoamericanos, ¡y es (en parte) por eso que me gustan!

 

 

Espero poder escribir pronto un artículo sobre el Día de los Muertos en México... uno de mis sueños, que estoy segura de que se hará realidad en los próximos años.


Sucre, La Paz, Fiambala, Yungay: fotos tomadas en enero/marzo de 2025. Hoctun: fotos tomadas en abril de 2022.


Fuentes:

 

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